El pobre pajarito pelón



Ésta tiene que ser la historia más vieja que haya contado hasta la fecha. Fíjense, remonta hasta el tiempo del principio del mundo, a los días de la misma creación.

"Dijo luego Dios hiervan de animales las aguas, y vuelan sobre la tierra aves abajo el firmamento de los cielos. Y así fue. Y creó Dios todas las aves aladas, según su especie."

De repente, los árboles estuvieron repletos de pájaros, cada cual cantando o piando a su gusto. Cada uno contemplando su plumaje y ensayando sus canciones nuevas. Un verdadero concierto de "pío, pío", "quack, quack", "cu, cu", y "tweet, tweet".

Cada ave se sentía bastante orgullosa de sus plumas y de su cantar.

Al mirar hacia el suelo los pájaros vieron una cosa muy extraña, el más raro de los seres, paradito encima de un nopal.

Tenía que ser un pájaro, porque tenía un pico y la forma de pájaro... pero no tenía una sola pluma encima. Parecía haber sido hecho con las sobras de los demás.

Hubo un silencio repentino en el bosque. Todos lo miraban con asombro al pobre. Ni siquiera podía cantar, nada más daba con un "hu-hu" continuo que no tenía tonada.

Todos se pusieron a reír a carcajadas. Y Hu-Hu, en su primer día aquí en este mundo, sintió el peso enorme del desdén.

El loro tuvo piedad del pajarito pelón. «Yo sé,» dijo a todos, «que Hu-Hu, allá abajo, no parece gran cosa. Pero piénsenlo bien, todos nos viéramos así, si no tuviéramos plumas.»

«No podemos dejarlo así, sería una vergüenza para todo el mundo de las aves. Propongo que cada uno de nosotros le dé una pluma. Una pluma no nos hará falta, y así Hu-Hu tendrá un magnífico plumaje.»

A todos les gustó la idea. El cuervo fue el único que tuvo algo que decir. «¡Espérense un momento!» amonestó él, "Si cada uno le da una pluma, Hu-Hu va a resultar más hermoso que cualquiera de nosotros, y después nos despreciará a todos.»

El tecolote contestó: «Yo mismo me hago el responsable. Yo mismo voy a recordarle a él que si no hubiera sido de nuestra ayuda, se hubiera quedado pelón.»

Con esto, los más bonitos pájaros se bajaron y cada cual le puso a Hu-Hu una de sus más ricas plumas. El cardenal rojo, el canario amarillo, el pavo real azul, el cisne blanco, el pájaro del paraíso con sus muchos colores.

En un instante, Hu-Hu se había cambiado en el más espléndido ave de la creación. Estaba él rebosando de gozo, y los otros pájaros bien contentos de su obra maestra.

La canción de Hu-Hu no se había mejorado pero con el plumaje que tenía, ya la voz no importaba. Empezó a moverse las alas. Ya que tenía plumas, podía volar.

Dio muchas vueltas graciosas alrededor del bosque, dando las gracias a todos. Se fue volando hacia la laguna cercana. Cuando vio su reflejo en las quietas aguas, realizó lo hermoso que era. Se convenció allá mismo que él era inmensamente más guapo que todos los demás.

Les dijo adiós a todos con estas palabras: «Quedo muy agradecido por lo que hicieron para mí, pero entenderán ustedes que ahora no me puedo quedar aquí.Tengo que buscar los de mi categoría.»

Se fue volando - nunca lo volvieron a ver. Ya, como saben, queridos lectores, esto pasó hace anales, pero el tecolote no se ha olvidado que él se había hecho el responsable.

¿No lo han oído en las noches, llamando «Huuuu, Huuuu, Huuuu»?