El espejo misterioso



La señora Bridget Wagner era una mujer fuerte. Por diez años, desde la muerte de su esposo, había manejado su rancho con una mano de hierro.

En aquellos tiempos había compañías grandes que compraban las tierras más pequeñas. Querían comprar a todo precio el rancho de la señora Wagner pero ella siempre se negaba. Le hicieron promesas fantásticas, hicieron para engañarla, la amenazaron. En vano. Ella insistía en quedarse con su tierra.

Pues, una noche que volvía a casa, se volteó la camioneta, y la señora se murió en el accidente. Dejaba en casa a su hija única, Gretchen.

Apenas habían terminado cubrir la tumba con tierra, cuando llegaron los abogados al rancho. Le ofrecieron a Gretchen un precio ridículo por la propiedad. Le hicieron a entender a la muchacha que no le quedaba más que aceptar este precio o ir a la corte y perderlo todo.

Lo malo era que la Sra. Wagner se había muerto sin testamento. Además, nunca había dicho a su hija donde se encontraban los papeles importantes, como los actos del rancho.

En su desesperación, Gretchen llamaba a su madre muerta y casi con reproche le decía: "Mamá, ¿por qué no me decías nada de las cosas del rancho? ¿Por qué me dejaste sin testamento? ¡Ahora lo vamos a perder todo!"

Pasaron cuatro semanas. Los abogados, que le habían dado límite de tiempo, estaban para volver. Un día más, una noche más y ya vendrían a echarla afuera de su casa.

Todo aquel día sentía que su madre intentaba comunicarse con ella, pero que la voz no llegaba hasta ella.
La muchacha, aquella noche, se acostó con la misma sensación de no estar sola. "Mamá está aquí," se decía a sí misma. "Quiere decirme algo. ¿Pero qué?".

De repente, a eso de las doce, se oyó un ruido tremendo en la sala. Tanto miedo le dio a ella, que no podía moverse para ir a investigar lo que pasaba abajo.

En este momento ella oyó una voz dulce que reconoció luego: "Hijita, ¡no tengas miedo! Vengo para ayudarte. Ven conmigo abajo."

En el marco de la puerta había una forma blanca, transparente. Gretchen, convencida que era el alma de su mamá que le hablaba se levantó y siguió la forma blanca abajo.

En la sala, el espejo grande sobre la pared brincaba locamente. Al momento del cual la muchacha llegó al pie de la escalera, el espejo explotó en miles de pedazos, descubriendo una caja fuerte en la pared.

Sola, como movida por dedos invisibles, la ruedita de la caja fuerte empezó a moverse. Dos vueltas para la izquierda, una para la derecha, y la puerta se abrió sola.

La voz se oyó de nuevo: "Ya nunca me permitirán volver a hablarte, Gretchen. Hallarás todo lo que necesitas en la caja fuerte. Adiós."

La forma vaporosa se disipó. Gretchen estaba sola de nuevo. En la caja fuerte encontró un testamento, en el cual su madre le dejaba todo a ella. Además, también allá estaban los actos del rancho, juntos con una fortuna en bonos de guerra.

Gretchen no se volvió a acostar aquella noche. Se sentó en el portal, esperando con ganas la llegada de los abogados. Ya estaba lista para ellos. El amor de su madre había sido tan fuerte que había podido pasar más allá, de las paredes de la misma muerte.