Diálogo de las tres solteronas


Madre, llévame a los campos
con la luz de la mañana
a ver abrirse las flores
cuando se mecen las ramas.
Mil flores dicen mil cosas
para mil enamoradas,
y la fuente está contando
lo que el ruiseñor se calla.

Abierta estaba la rosa
con la luz de la mañana;
tan roja de sangre tierna,
que el rocío se alejaba;
tan caliente sobre el tallo,
que la brisa se quemaba;
¡tan alta!, ¡cómo reluce!
¡Abierta estaba!

"Sólo en ti pongo mis ojos",
el heliotropo expresaba.
"No te querré mientras viva",
dice la flor de la albahaca.
"Soy tímida", la violeta.
"Soy fría", la rosa blanca.
Dice el jazmín: "Seré fiel";
y el clavel: "¡Apasionada!"

El jacinto es la amargura;
el dolor, la pasionaria.

El jaramago, el desprecio;
y los lirios, la esperanza.

Dice el nardo: "Soy tu amigo".
"Creo en ti", la pasionaria.
La madreselva te mece.
la siempreviva te mata.

Siempreviva de la muerte,
flor de las manos cruzadas;
¡qué bien estas cuando el aire
llora sobre tu guirnalda!

Abierta estaba la rosa,
pero la tarde llegaba,
y un rumor de nieve triste
le fue pesando las ramas;
cuando la sombra volvía,
cuando el ruiseñor cantaba,
como una muerta de pena
se puso transida y blanca;
y, cuando la noche, grande
cuerno de metal sonaba
y los vientos enlazados
dormían en la montaña,
se deshojó suspirando
por los cristales del alba.

Sobre tu largo cabello
gimen las flores cortadas.
Unas llevan puñalitos;
otras, fuego, y otras, agua.

Las flores tienen su lengua
para las enamoradas.

Son celos el carambuco;
desdén esquivo, la dalia;
suspiros de amor, el nardo;
risa, la gala de Francia.
Las amarillas son odio;
el furor, las encarnadas;
las blancas son casamiento,
y las azules, mortaja.

Madre, llévame a los campos
con la luz de la mañana,
a ver abrirse las flores
cuando se mecen las ramas. 

(Doña Rosita la soltera o El lenguaje de las flores 1934)