El inconstante


Los ojos se me fueron
detrás de una morena que pasó.
    
Era de nácar negro,
era de uvas moradas,
y me azotó la sangre
con su cola de fuego.
    
Detrás de todas
me voy.
    
Pasó una clara rubia
como una planta de oro
balanceando sus dones.
Y mi boca se fue
como una ola
descargando en su pecho
relámpagos de sangre.
    
Detrás de todas
me voy.
    
Pero a ti, sin moverme,
sin verte, tú distante,
van mi sangre y mis besos,
morena y clara mía,
alta y pequeña mía,
ancha y delgada mía,
mi fea, mi hermosura,
hecha de todo el oro
y de toda la plata,
hecha de todo el trigo
y de toda la tierra,
hecha de toda el agua
de las olas marinas,
hecha para mis brazos,
hecha para mis besos,
hecha para mi alma.