La gran novela latinoamericana
«Cada lector crea su libro, traduciendo el acto finito de escribir
en el acto infinito de leer.»
Este ensayo propone un recorrido por la evolución de la novela en Latinoamérica, desde el descubrimiento del continente hasta nuestros días. Quienes emprendan esta ruta hallarán en ella a las grandes figuras de la novela latinoamericana y sus temas constantes: la naturaleza salvaje, los conflictos sociales, el dictador y la barbarie, la épica del desencanto, el mundo mágico de mito y lenguaje, pero sobre todo su vocación de canibalizar y carnavalizar la historia, convirtiendo el dolor en fiesta, creando formas literarias y artísticas entrometidas unas en las otras, como lo son las de Borges, Neruda y Cortázar, sin respeto de reglas o géneros. Literatura de textos prestados, permutados, mímicos, payasos. Textos en blanco, asombrados entre el desafío del espacio de una página, lenguaje que habla del lenguaje, de Sor Juana y de Sandoval y Zapata, a José Gorostiza y a José Lezama Lima.
La gran novela latinoamericana recorre la evolución de la novela hispanoamericana desde la época colonial hasta la actualidad. Este excelente ensayo rastrea los orígenes de la narrativa latinoamericana, analiza el surgimiento y la importancia del Boom y se completa con un interesante panorama de los nuevos nombres.
42 años después de haber publicado La nueva novela hispanoamericana, donde analizaba principalmente la importancia del Boom, Carlos Fuentes elabora una obra ambiciosa que se convierte en crítica literaria y reflexión sobre el pasado, el presente y el futuro de la novela latinoamericana. El diplomático y escritor mexicano analiza la obra, el contexto histórico y las influencias de los grandes novelistas desde la conquista de América hasta nuestros días.
Este estudio erudito, repleto de referencias históricas y literarias, se remonta a los orígenes de América y a quien Fuentes considera “nuestro primer novelista”: el cronista de la conquista del Imperio Azteca, Bernal Díaz del Castillo, que escribió Verdadera historia de la conquista de Nueva España.
La monja mexicana Sor Juana Inés de la Cruz es “el escritor máximo de la era colonial”. A su poesía le sucede la reflexión sobre la identidad nacional en el siglo XVIII, precedente del movimiento liberador del siglo de la independencia, el XIX, donde brillan dos grandes libros como son Facundo, de Domingo Faustino Sarmiento, y Martín Fierro, de José Hernández.
Fuentes defiende que el autor brasileño José María Machado de Assis transforma la novela a finales del siglo XIX con Las memorias póstumas de Blas Cubas porque “es un adelantado de la imaginación y de la ironía, del mestizaje”, y todo ello sin que “Machado de La Mancha”, como lo denomina, tenga una gran tradición novelesca detrás ni brasileña ni portuguesa.
La gran novela latinoamericana desgrana la importancia literaria del venezolano Rómulo Gallegos y su Canaima, “es un novelista primordial de la América española, india y africana”; de la novela mexicana de principios del siglo XX marcada por la revolución (sus principales representantes son Mariano Azuela –Los de abajo-, Martín Luís Guzmán –La sombra del caudillo- y Agustín Yáñez –Al filo del agua).
Fuentes dedica especial atención a los grandes novelistas del siglo XX y realiza una crítica literaria sobre sus obras más emblemáticas. Es el caso de Juan Rulfo y Pedro Páramo (“obra perfecta que se contempla a sí misma como un negro árbol desnudo del cual penden, sin embargo, dos frutos brillantes”); Jorge Luís Borges (“la ficción argentina es, en su conjunto, la más rica de Hispanoamérica”, “El Aleph es el espacio donde todos los espacios coexisten”); el cubano Alejo Carpentier y Los pasos perdidos (“es uno de nuestros primeros novelistas profesionales”, “sus maravillosas novelas son fundadoras de nuestro presente narrativo”); el uruguayo Juan Carlos Onetti y su obra onírica La vida breve; el argentino Julio Cortázar y su novela circular Rayuela.
También destaca la aportación del cubano José Lezama Lima y su Paradiso, que define como “una de las cimas del barroco hispanoamericano y europeo”; el colombiano Gabriel García Márquez, cuya obra Cien años de soledad es calificada por Fuentes como “el Quijote de la literatura hispanoamericana”. Y añade: “Es una auténtica revisión de la utopía, la ética y el mito latinoamericanos”. Cómo no, también analiza la obra más emblemática del peruano Mario Vargas Llosa.
Señala la figura del chileno José Donoso en el movimiento del Boom, “generación cuyas obras iniciales fueron publicadas entre mediados de los 50 y mediados de los 70” y que “internacionalizó la novela latinoamericana”.
Otros grandes nombres que desfilan por este estudio son el paraguayo Augusto Roa Bastos (Yo, el Supremo), el nicaragüense Sergio Ramírez (Castigo divino), los mexicanos Héctor Aguilar Camín (La guerra de Galio) y Federico Reyes Heroles (Noche tibia), el argentino Tomás Eloy Martínez (Santa Evita), la brasileña Nélida Piñón y el único español al que analiza en el libro, más allá de Cervantes: Juan Goytisolo.
El Boom, el Búmerang, el Post Boom y el Crack son conceptos que merecen un comentario de Carlos Fuentes, quien hace un guiño a la novela actual al destacar a autores como Elena Poniatowska, Margo Glantz, Bárbara Jacobs, Carmen Boullosa, Ángeles Mastretta, Daniel Sada, Álvaro Enrigue y Juan Villoro. Sin olvidarse de la importancia de otros narradores como Roberto Bolaño, Antonio Skármeta, Alberto Fuguet, Juan Gabriel Vásquez, Jorge Volpi, Ignacio Padilla o Xavier Velasco. © αGa