Dadora le las playas


De tus muchísimos amantes guardas destrezas, inesperados sesgos,
caprichos repentinos y falsas negativas que una sonrisa desmantela,
quizá la intermitencia de unos ojos hincados en el goce y bruscamente,
sin aviso, esa obstinada negativa a abrir los párpados,
no sé, cosas esquivas, cambios que remontan a gustos superpuestos,
a músicas distintas, a tantos bares donde diferentes manos te leyeron
y donde diferentes nombres entraron en tu alerta indiferencia
de pasajera, de indescifrable francotiradora.
A mi vez dejaré en tu piel la huella de estas ceremonias,
de hábitos definidos, de maneras y de ángulos,
oh arena donde tantos arquitectos levantaron sus torres y sus puentes
para que el viento los llevara mientras tú te volvías al malecón o al bar
virgen a tu manera, la manera mejor y más hermosa de ser virgen,
dadora de las playas para los nuevos juegos.