El licenciado Vidriera

 

El licenciado Vidriera



El licenciado Vidriera es uno de los relatos que componen las Novelas ejemplares de Miguel de Cervantes Saavedra, publicadas originalmente en 1613. Se suele clasificar entre las novelas de corte realista, centrada en la descripción de personajes y situaciones verosímiles y descritas con una técnica realista.

El Licenciado Vidriera es una novela tan original como extraordinaria, compuesta de tres elementos singularmente enlazados: presentación de un caso curioso de locura, evocación de varias facetas de la vida militar de Cervantes en Italia y sátira de las costumbres, vicios y estados del tiempo, mediante máximas y dichos. El final descubre un fondo de amargura y desilusión, de fallidas esperanzas cortesanas.

</ font>El licenciado Vidriera

Argumento (según Astrana Marín)

Dos caballeros jóvenes de Málaga, estudiantes, paseándose por las riberas del Tormes, hallan durmiendo debajo de un árbol a un muchacho, vestido como labrador. Despierto por un criado de aquéllos, dice su nombre, Tomás Rodaja, tiene once años, sabe leer y escribir, y contesta tan despejadamente a cuanto le preguntan, que los caballeros deciden darle estudios. Ocho años permanece con ellos, estudió leyes, aunque le seducían más las letras humanas, y de su memoria y buen entendimiento contábanse maravillas. Concluídos los estudios de sus amos, se encuentra con el capitán Diego de Valdivia. Ese le alaba con vivos colores la vida soldadesca y las ciudades italianas; le ofrece su mesa, y aun, si fuese necesario, su bandera, porque su alférez había de dejarla presto, y le insta a acompañarle y gustar la vida libre del soldado y «la libertad de Italia». Tomás se decide a acompañar al capitán, renunciando a los hábitos de estudiante; alcanzan a la Compañía, llegan a Cartagena, se embarcan en cuatro galeras de Nápoles, y, tras varias incomodidades y borrascas, tocan en Génova.

Más tarde, vuelto a España, Tomás reanuda sus estudios en Salamanca hasta graduarse en leyes. Hecho ya letrado, he aquí llegar a la ciudad «una dama de todo rumbo y manejo». Ella se enamora de él y le ofrece su hacienda. Sin embargo, Tomás, más atento a sus libros «que a otros pasatiempos», desdeña a la señora; la cual, viéndose aborrecida, para atraerle y salir con el cumplimiento de sus deseos, aconsejada de una morisca, da a Tomás, en un membrillo toledano, uno destos que llaman hechizos. Tomás, al instante de comer el membrillo, comienza a herir de pie y de mano; permanece muchas horas sin volver en sí; queda como atontado, y dice que le han muerto.

Seis meses estuvo en la cama Tomás, en los cuales se secó y se puso, como suele decirse, en los huesos, y mostraba tener turbados todos los sentidos. Y aunque le hicieron los remedios posibles, sólo le sanaron la enfermedad del cuerpo; pero no de lo del entendimiento; porque quedó sano, y loco de la más extraña locura que entre las locuras hasta entonces se había visto.  Imaginóse el desdichado que era todo hecho de vidrio, y con esta imaginación, cuando alguno se llegaba a él, daba terribles voces, pidiendo y suplicando, con palabras y razones concertadas, que no se le acercasen, porque le quebrarían, que real y verdaderamente él no era como los otros hombres, que todo era de vidrio, de pies a cabeza.
Tuviéronle encerrado sus amigos mucho tiempo; pero viendo que su desgracia pasaba adelante, determinaron de condescender con lo que él les pedía, que era le dejasen andar libre, y él salió por la ciudad causando admiración y lástima a los que le conocían».

Dos años o poco más duró la enfermedad de Tomás, hasta que un fraile de la Orden de San Jerónimo lo sanó.

Tomás, lúcido y transformado en el Licenciado Rueda, vuelve a la Corte de Valladolid con propósito de ejercer la abogacía; pero  todo fué inútil. No puede borrar en el ánimo de las gentes la imagen del loco Vidriera, y los muchachos le siguen de nuevo por las calles, sin que valieran sus protestas ni razones. Y viéndose morir de hambre, determinó de dejar la Corte y volverse a Flandes con su buen amigo el capitán Valdivia, donde murió, dejando fama «de prudente y valentísimo soldado».